El viento desapareció. Nunca vi tanto tiempo Valparaíso sin viento. Un mes de marzo entero aquietado y silencioso recogiendo los augurios que pueden traer dos eclipses solares y el misterioso florecimiento del Colihue (Chuquea Culeou)
Son todas señales de nuestro extravío en el tiempo y el espacio: apenas sabemos algo superficial del lugar en que vivimos. Ni siquiera tenemos algún conocimiento de la gente a la que se le delega la responsabilidad de asumir el cuidado de los asuntos de todos, la res pública.
Nos quedamos a la vera del camino como colonos británicos o franceses en manos de Gregor MacGregor. Su historia, bastante conocida, ilustra el modo de ser dirigencial en el mundo de nuestra América, donde un militar, acabadas las guerras de independencia, se arrima a un líder local para tramitar un acuerdo de representación que se termina tergiversando y conviertiéndolo en Príncipe del Reino de Poyais. El procedimiento es conocido porque los británicos realizaron una maniobra similar en Nueva Zelanda donde escribieron una traducción del acuerdo desde el Mahorí al inglés, cambiando los términos sustanciales en su lengua materna. Este mismo patrón de comportamiento fue el que siguió el Estado de Chile con los dirigentes Rapa Nui en el siglo XIX.
Pero lo de Poyais es más representativo del Chile del siglo XXI porque MacGregor se fue a Reino Unido y a Francia a captar incautos que compraron tierras, dinero y deuda de un Estado que no existía. La estafa es una cosa, pero la gente que murió producto de una travesía a un lugar que no contaba con las condiciones para recibirles, es otra. A pesar de esta siniestra obra, el estafador logró evadirse de las penas de cárcel en Europa y refugiarse en Caracas, donde le fue reconocido algún aporte a la guerra de independencia.
No se sabe, que alguna vez haya mutado en buena persona. Pero es fácil constatar que a lo largo del tiempo más sujetos siguieron plagando el mundo a abusos, como Billy McFarland, CEO de Fyre Media Inc., (des)organizador del Fyre Festival en Bahamas, que incluso mereció un documental para esta historia más bien tragicómica, en la que resulta muy difícil empatizar con los miles de jóvenes de familias de supericos de Estados Unidos que fueron objeto de una burla de dimensiones épicas.
Chile, el reino de Poyais on Fyre, es un sitio abonado para este tipo de sujetos siempre al cateo de la impericia y la viveza aturdida de una población despreocupada de un mínimo de autocuidado. Nada de lo que viene ocurriendo desde 2019 fue una sorpresa: por eso las fuerzas de la represión contaban con todos los recursos necesarios para infringir su tecnocracia del dolor, que básicamente vemos prolongada en este primer tercio del año 2020, tal como lo veremos hasta el 2022. Pero una autopista al infierno (AC/DC en el monumental de River) no puede ser construida sino sobre la base de un gran desafecto.
El SERVEL informa en cuanto a Estadísticas de participación a nivel nacional para las Elecciones 2017 que el 46,6% del universo de votantes sufragó . Las estadísticas de participación a nivel nacional Municipales el año anterior, 2016, fueron todavía más febles: 34,83% ; 3 años antes, las Estadísticas de participación Segunda Votación de la Elección Presidencial 2013 indicaron un 41,88% de sufragantes.
¿El 25 de octubre de 2020 podría haber un aumento de votantes? Es muy probable. El problema es que ante la desafección de la ciudadanía ante las elecciones incluso un aumento considerable, de un 20% o un 30% nos mantendría en torno a los 2/3 del universo de electorxs.
Por lo tanto, parece pertinente considerar como hipótesis que: Se hace la votación normalmente, la participación se mantiene o aumenta levemente e independiente de los resultados, se favorece a los sectores antidemocráticos, mal llamados populistas.
Estos datos, por lo demás, tienen un aspecto de Grupo Socioeconómico que genera una gradiente ostensible entre una mayor participación en elecciones de parte de los más ricos mientras que los sectores populares demuestran que mientras peor es su situación socioeconómica menor es su interés en votar.
Si no se promueve el entusiasmo y se comunica la trascendencia de la votación para revocar la actual Constitución, con la necesidad de aumentar la representación de los actores sociales que pueden hacer la mejor defensa de los intereses y argumentos de la mayoría de la población, estaremos condenados a los augurios del sol, el viento y el Colihue.
Son todas señales de nuestro extravío en el tiempo y el espacio: apenas sabemos algo superficial del lugar en que vivimos. Ni siquiera tenemos algún conocimiento de la gente a la que se le delega la responsabilidad de asumir el cuidado de los asuntos de todos, la res pública.
Nos quedamos a la vera del camino como colonos británicos o franceses en manos de Gregor MacGregor. Su historia, bastante conocida, ilustra el modo de ser dirigencial en el mundo de nuestra América, donde un militar, acabadas las guerras de independencia, se arrima a un líder local para tramitar un acuerdo de representación que se termina tergiversando y conviertiéndolo en Príncipe del Reino de Poyais. El procedimiento es conocido porque los británicos realizaron una maniobra similar en Nueva Zelanda donde escribieron una traducción del acuerdo desde el Mahorí al inglés, cambiando los términos sustanciales en su lengua materna. Este mismo patrón de comportamiento fue el que siguió el Estado de Chile con los dirigentes Rapa Nui en el siglo XIX.
Pero lo de Poyais es más representativo del Chile del siglo XXI porque MacGregor se fue a Reino Unido y a Francia a captar incautos que compraron tierras, dinero y deuda de un Estado que no existía. La estafa es una cosa, pero la gente que murió producto de una travesía a un lugar que no contaba con las condiciones para recibirles, es otra. A pesar de esta siniestra obra, el estafador logró evadirse de las penas de cárcel en Europa y refugiarse en Caracas, donde le fue reconocido algún aporte a la guerra de independencia.
No se sabe, que alguna vez haya mutado en buena persona. Pero es fácil constatar que a lo largo del tiempo más sujetos siguieron plagando el mundo a abusos, como Billy McFarland, CEO de Fyre Media Inc., (des)organizador del Fyre Festival en Bahamas, que incluso mereció un documental para esta historia más bien tragicómica, en la que resulta muy difícil empatizar con los miles de jóvenes de familias de supericos de Estados Unidos que fueron objeto de una burla de dimensiones épicas.
Chile, el reino de Poyais on Fyre, es un sitio abonado para este tipo de sujetos siempre al cateo de la impericia y la viveza aturdida de una población despreocupada de un mínimo de autocuidado. Nada de lo que viene ocurriendo desde 2019 fue una sorpresa: por eso las fuerzas de la represión contaban con todos los recursos necesarios para infringir su tecnocracia del dolor, que básicamente vemos prolongada en este primer tercio del año 2020, tal como lo veremos hasta el 2022. Pero una autopista al infierno (AC/DC en el monumental de River) no puede ser construida sino sobre la base de un gran desafecto.
El SERVEL informa en cuanto a Estadísticas de participación a nivel nacional para las Elecciones 2017 que el 46,6% del universo de votantes sufragó . Las estadísticas de participación a nivel nacional Municipales el año anterior, 2016, fueron todavía más febles: 34,83% ; 3 años antes, las Estadísticas de participación Segunda Votación de la Elección Presidencial 2013 indicaron un 41,88% de sufragantes.
¿El 25 de octubre de 2020 podría haber un aumento de votantes? Es muy probable. El problema es que ante la desafección de la ciudadanía ante las elecciones incluso un aumento considerable, de un 20% o un 30% nos mantendría en torno a los 2/3 del universo de electorxs.
Por lo tanto, parece pertinente considerar como hipótesis que: Se hace la votación normalmente, la participación se mantiene o aumenta levemente e independiente de los resultados, se favorece a los sectores antidemocráticos, mal llamados populistas.
Estos datos, por lo demás, tienen un aspecto de Grupo Socioeconómico que genera una gradiente ostensible entre una mayor participación en elecciones de parte de los más ricos mientras que los sectores populares demuestran que mientras peor es su situación socioeconómica menor es su interés en votar.
Si no se promueve el entusiasmo y se comunica la trascendencia de la votación para revocar la actual Constitución, con la necesidad de aumentar la representación de los actores sociales que pueden hacer la mejor defensa de los intereses y argumentos de la mayoría de la población, estaremos condenados a los augurios del sol, el viento y el Colihue.